Somos de distintos colores

RICARDA EL FLAMINGO

Mariana Gutiérrez, degustadora experta

Somos seres complejos, lo que quiere decir que estamos formados por células que se agrupan, se organizan para colaborar y tienen funciones específicas. También significa que respondemos a lo que sucede dentro y fuera de nosotros porque estamos conectados, por lo tanto, así como respondemos a nuestro alrededor, también afectamos al exterior y a quienes nos rodean.

Tenemos características que nos hacen similares entre nosotros y al mismo tiempo, otras que nos diferencian y hacen únicos. No hay nadie con nuestra combinación de características físicas, nuestra historia, la forma en que fuimos criados, nuestras alegrías y tristezas.

Así que aunque grandes leyes naturales nos rigen a todos los animales sobre la Tierra, (como la de la gravedad de Newton que podemos presenciar al soltar cualquier cosa en el aire cayendo hasta el suelo), hay muchas otras cosas ante las que cada especie reacciona diferente. Nosotros por más camarones que comamos nunca nos volveremos rosas, como es el caso de los flamingos o flamencos.

Estos animales tienen una dieta basada en crustáceos como camarones y krill que contienen pigmentos llamados carotenoides que son absorbidos por el ave a mayor o menor medida según su información genética. Estos pigmentos son los que les dan ese color rosado tan característico conforme van creciendo, ya que cuando nacen, los polluelos son blancos o grises.

Su organismo está diseñado para transportar estos pigmentos en la sangre y almacenarlos, y por la falta de melanina (el pigmento que nos da color a nosotros) es que el color rosa se expresa fácilmente, pero si dejaran de consumir camarones, volverían a verse blancos, lo que demuestra que el rosa sí depende de su alimentación. Además su vida social depende de su pigmento. Cuánto cambiaría su vida si alguno se volviera blanco o si quisiera consumir moras para volverse morado… Su cuerpo no está hecho para comer eso y blanco se quedaría sin pareja.

Me gusta pensar en que podemos ser como estos animales, que se pintan del color del alimento que más consumen. Claro que nosotros no nos vamos a poner de otro color (más que a veces con la zanahoria…), pero sí cambia el funcionamiento interno de nuestro cuerpo. Y si consideramos como alimento no sólo a la comida que comemos sino a todo lo demás que entra por nuestros sentidos como las imágenes y lo que escuchamos, también cambia “el color” de nuestro mundo interno.

Y ese mundo interno es la lente con la que vemos el mundo afuera, como vivimos la vida y nos enfrentamos a diversas experiencias.

Flamencos con diversas tonalidades de rosa

Imagen obtenida de Pexels

¿Qué quiero experimentar en mi vida? ¿De qué me nutro? ¿Consumo cualquier cosa con tal de llenarme? ¿Estoy alimentándome con lo que realmente me hace bien? ¿Qué tipo de lente estoy construyendo con cada cosa que meto a mi cuerpo o a mi mente?

¿De qué color quiero ser?

Nuestras experiencias nos hacen únicos. No importa que nos veamos todos iguales como una parvada de flamingos, o tan distintos como peces en un arrecife de coral. Cada persona está hecha de muchas experiencias que la hacen única con algo único que darle al mundo.

Y para vivir en este planeta y todo lo bonito que hay en él, es importante alimentarnos de eso que nos permite funcionar correctamente y sobre todo, de eso que nos enciende el corazón o lo que llama nuestra curiosidad en pos de nuestro crecimiento y aprender a interactuar de mejores formas con quienes nos rodean.

Imagen obtenida de Fundacióncontrabajo

@dianahnieto