Permitir nacer lo nuevo

Mariana Gutiérrez, doula de mi misma.

Desde la biología, la medicina y muchos otros saberes tanto actuales como milenarios, científicos y espirituales, sabemos que nuestras células están cambiando todo el tiempo. Mientras unas mueren otras están creciendo, se regeneran, cada una a distintos ritmos según el tipo de células del que hablemos.

Todos los días somos otra persona.

Y no sólo porque nos componen otras células, también porque cada día las vivencias y aprendizajes que tenemos nos transforman. Unas veces más que otras, según la apertura con la que recibimos esa información.

Entonces ¿por qué habemos a quienes nos cuesta tanto eso nuevo? A veces depende de si lo que estamos recibiendo es o no lo que queríamos. O si es aceptable o no para nuestro sistema, ya que solemos clasificar las cosas como buenas y malas, deseables y nada acordes a lo que queremos o ajenas “completamente” a nosotros.

Pero sea cual sea la situación que se vive, es lo que está en nuestro presente. Y mientras más nos resistimos a lo que es y a lo que está sucediendo, menos espacio tenemos para lo nuevo y más tensión hay en nuestro cuerpo.

Aunque la tensión es parte de la danza en la naturaleza, en un cuerpo con tensión crónica no es posible crear vida nueva. Nuestro cuerpo está ocupado atendiendo el peligro que representa tener nuestra atención puesta a querer que las cosas sean otra cosa de lo que ya están siendo.

Podemos resistirnos o abrazar lo que ES, y en ese abrazo, creo que hay oportunidades de que algo nuevo suceda o de que integremos el aprendizaje. Quizá se trata de la disponibilidad con la que danzamos la vida, o lo disponible que está mi cuerpo.

Disponible para recibir información nueva. O información aparentemente vieja en el cuerpo nuevo que habito y vivo hoy.

Y a veces aceptar lo que es tiene que ver con dejar morir versiones nuestras, deseos, expectativas. Así hacemos espacio para recibir y damos abono a la semilla que sembramos y deseamos ver crecer. Otras veces tiene que ver con aprender a sostener, a dejar crecer, o con la expansión. Ambas cosas llevan tiempo y ambas cosas nos transforman inmensamente.

Hace un par de semanas reconocí que quiero ser madre. Fue una noticia fuerte para mí misma porque representa empezar a tomar decisiones alineadas con eso y hay partes de mí que no quieren dejar de existir.

Siempre fui de la idea de que podía maternar otras cosas. Como mujeres estamos muy cerquita del proceso de creación y muerte con cada día de nuestro ciclo. Y sin importar el sexo, somos creadores de nosotros mismos todos los días.

Sea cual sea la situación donde estás, lo que está creciendo o lo que ha muerto, tu presente es el regalo que puedes abrazar hoy para permitir nacer eso nuevo que está esperando encontrar en tí el espacio para florecer. Para entregarte aprendizaje, sensaciones nuevas, e historias que quizá no has siquiera imaginado.

Permitir nacer eso nuevo que está al servicio de mi crecimiento.

Que tu vida te encuentre disponible.

Y si no hoy no hay disponibilidad para aceptar eso que está muriendo, está bien también. Permitirnos el duelo es andar el camino. Reconocernos en él y abrazar y acompañar nuestra historia, los dolores y las alegrías, quizá nos permite estar más presentes en el regalo de vida que tenemos hoy.